El Día del Trabajador de Prensa en la República Argentina se estableció en 1944 a raíz del Estatuto del Periodista Profesional, impulsado por Domingo Perón desde la Secretaría de Trabajo y Previsión. Convertida en Ley 12.908, sancionada y promulgada en diciembre de 1946, continúa vigencia en la actualidad.
El trabajador de prensa abarca a redacciones, radios y canales, a quienes escriben, diseñan, fotografían, editan, corrigen, diagraman, titulan, informan, analizan y opinan, sin olvidar el rol social de nuestra labor. La fecha también coincide con el secuestro y asesinato de Rodolfo Walsh por un grupo de tareas de las Fuerzas Armadas el 25 de marzo de 1977. La crónica recoge que el escritor, periodista y militante depositaba las primeras copias de la Carta abierta de un escritor a la Junta Militar en buzones de la ciudad de Buenos Aires cuando fue emboscado, atacado y acribillado a balazos.

Dado que la fecha destaca lo “oportuno reconocer y destacar la labor de quienes brindan a través de las diferentes plataformas información a sus comunidades” y que “es justo y necesario cuando la tarea periodística es esencial para conocer las medidas que permitan superar la emergencia sanitaria que vive el país”, como consecuencia de la pandemia Coronavirus, también retrotrae a las necesidades del sector, en gran parte precarizado.
No solo el derecho a la libre expresión del periodista y sus condiciones laborales merecen análisis. Se debe incluir el financiamiento de su trabajo y de las empresas de medios, por lo que el Estado (Nacional, Provincial, Municipal) debe cumplir con las pautas oficiales; punto que además tiene como antecedente más relevante el fallo de la Corte Suprema de la Nación en el llamado “Caso Perfil”. Aparte, además de ser el principal derecho vulnerado el pago por su trabajo, le continúa la negación registrar la relación laboral y de dependencia por el monotributo, incumplimiento al principio de “igual remuneración por igual tarea” (potenciado a raíz del trabajo virtual por pandemia Covid-19).