Casandra Sandoval, presidente de ADISTAR en Tartagal, resaltó que la realidad de la comunidad todavía tiene mucho que superar, mayormente con el desafío que representa la aceptación de jóvenes trans y travestis. “Las muertes de nuestras compañeras no tienen la misma relevancia que la de un ciudadano común, como tampoco si desaparecemos”, enfatizó.
La conmemoración de la fecha se originó en 1969, cuando se desarrollaron fuertes disturbios en Nueva York que marcaron el origen de la lucha por los derechos de los homosexuales. Ese año, en el pub Stonewall Inc, ubicado en el barrio Greenwich Village (Nueva York), una redada ocurrida en la madrugada del 28 de junio fue la oportunidad en que la comunidad respondió diferente.
Los disturbios que se generaron, cansados por la persecución y el maltrato, derivaron en el apoyo de los pobladores para rechazar la acción de la policía. Al año siguiente, en la misma fecha, se realizó el primer Desfile del Orgullo Gay, que luego replicaron en las principales ciudades del mundo.
“Ha costado mucho llegar hasta donde estamos, peleando codo a codo por el reconocimiento de nuestros derechos, nuestras vidas y nuestras cuerpas”, manifestó Sandoval. “En nuestro país hacemos las marchas en noviembre, cuando ya estamos con la primavera“.
Sin embargo el colectivo trans y travesti no tiene demasiados motivos para celebrar. “Hoy hablamos de travesticidio social, este desprecio, odio, discriminación que hay hacia el travesti”, graficó, “nuestro reclamo no es escuchado, como el caso de la Ley de Cupo Laboral, que todavía no está reglamentada (…) no hay un ejercicio pleno”,
“El varón y la mujer hetero no ve nuestros reclamos de salud, vivienda y salud como tales, porque a ellos no les cuesta (…) la mayoría de nuestras compañeras trans solo tienen la prostitución para generarse ingresos, para poder vivir (…) pero la mayoría naturaliza que esa es la profesión para nosotras, y además la criminaliza (…) no pueden generar una opinión más crítica porque no se ponen del lado del otro”, lanzó.
Para la referente del colectivo, la gran deuda es la falta de información en la materia y la falta de educación sexual. “La gente debe entender que podemos opinar y reclamar (…) no pedimos que sientan como nosotras, ya que la mayoría cree que es pecado (…) pero hablamos de deseos y derechos (…) estamos cansados de ser malinterpretados, recriminados, burlados, maltratados, marginados, ¿por qué se creen en el derecho?”, invitó a reflexionar.