Así titulo el diario español El País la crítica realidad de la moneda. El Banco Central intenta sin éxito detener la presión con una subida de tasas de 300 puntos básicos, la segunda desde el viernes. El peso argentino se devaluó un 8,4% pese a que el Gobierno intervino en los mercados y subió las tasas de interés de referencia a siete días a 33,25%.
Este jueves, el dólar cerró a $23,50; casi 24 pesos; y provocó reuniones de emergencia en el ejecutivo nacional. Los opositores recordaron que en 12 años la divisa estadounidense pasó de $3 a $9; y solo en los últimos dos años pasó de $9 a $23,50.
El diario español analiza que la salida de fondos de los mercados emergentes, producto de una subida de las tasas de interés de los bonos de EEUU a 10 años, ha golpeado con dureza al peso argentino, que hoy ha perdido 8,6% de su valor y suma 11,9% durante los últimos siete días. El dólar trepó este jueves desde los 21,45 pesos hasta los 23,30 pesos, su mayor valor desde la salida de la convertibilidad en enero de 2002.
Las depreciaciones han sido generalizadas en la región, pero sus efectos se sintieron con más fuerza en Argentina, un país que financia su déficit fiscal, hoy equivalente a 5 puntos del Producto Interior Bruto (PIB), con financiamiento externo.
Argentina suma además una sequía sin precedentes en los campos de oleaginosas, la principal fuente de ingreso de divisas internacionales. De los 57 millones de toneladas de soja previstos en el momento de la siembra se cosecharán unos 37. De los 40 millones de toneladas de maíz se pasará a 32. Las perdidas ascenderán a 4.600 millones de dólares, equivalentes a 0,7% del PIB, según estimaciones de la Bolsa de Comercio de Rosario. En este escenario, el margen de maniobra es pequeño.
El Gobierno de Macri parece así atrapado entre varios frentes. Mientras su déficit no baja, sus ingresos merman y su financiamiento se encarece, no puede darse el lujo de una subida del dólar porque debe, al mismo tiempo, bajar la inflación, que este año llegaría al 19% en vez de la meta de 15% fijada por Hacienda, según las previsiones del FMI.
Depreciación e inflación no se llevan bien, sobre todo en Argentina, donde cada subida del dólar se traslada a precios.
El jefe de Ministros, Marcos Peña, el hombre con más poder dentro del gabinete, salió hoy por segunda vez en la semana a calmar los ánimos ante la subida del dólar. “Es parte del aprendizaje de vivir con un tipo de cambio flotante. Si no tuviéramos la flotación o no hubiera correcciones tendríamos atraso un cambiario que afectaría al empleo y la producción”, dijo a los periodistas acreditados en la Casa Rosada.
Si el frente económico no es simple, tampoco lo es el político. El peronismo encontró una grieta por donde golpear a Macri luego de meses de desconcierto: la subida de las tarifas de los servicios públicos.
En su esfuerzo por reducir el déficit, Macri ordenó eliminar poco a poco los subsidios que mantuvieron bajas las facturas de los hogares durante el kirchnerismo. Pero el “sinceramiento tarifario”, como lo llama el Gobierno, presiona a la inflación y también altera el humor de la gente. Sondeos de las últimas semanas indicaron que, por primera vez desde diciembre de 2015, los argentinos pesimistas en el futuro superan a los optimistas.