Fuerza Aérea Argentina.- Así lo afirmó el comandante de Adiestramiento y Alistamiento, brigadier mayor Oscar Charadía, quien junto al comandante aeroespacial, brigadier José Janer, recorrieron las instalaciones de la Base Aérea Militar de Despliegue Operativo; BAMDO; Tartagal. Visitaron el aeropuerto el pasado 21 de abril.
En la mañana del pasado viernes 21 de abril, el comandante de Adiestramiento y Alistamiento (CAA), brigadier mayor Oscar Charadía y el titular del Comando Aeroespacial de las Fuerzas Armadas, brigadier José Janer, arribaron al aeropuerto de General Mosconi (60 kilómetros al sur de la línea de frontera Argentina-Bolivia) donde se encuentra alojada la Base Aérea Militar de Despliegue Operativo (BAMDO) Tartagal.
El objetivo de su visita fue conversar con el personal desplegado; relevar información sobre las novedades que van surgiendo en la cotidianeidad de la base y observar el funcionamiento del sistema de radarización allí instalado. Estuvieron acompañados por el jefe del Estado Mayor de ese comando, brigadier Pedro Girardi.
La BAMDO Tartagal, que depende del CAA, está integrada por personal de la Fuerza Aérea Argentina proveniente de diferentes unidades y variadas especialidades; cuenta con un radar semifijo propio que se encuentra en plena operatividad y registra cada movimiento que se produce en el espacio aéreo del norte del país las 24 horas, los 365 días del año, a la vez que dispone de aeronaves que se mantienen en estado de alerta.
Este es el caso de la BAMDO Tartagal que fue puesta en funciones desde principios del mes de abril y provee sostén logístico y de mantenimiento a las aeronaves de la Fuerza Aérea Argentina para cumplir con la tarea principal para la que fue creado el Comando Aeroespacial: la vigilancia y defensa aérea de todo el país.
Como explica el brigadier Janer, “el Decreto 228 emitido por el Poder Ejecutivo Nacional en 2016 -que se prorrogó con el Decreto 50 de 2017- establece un protocolo y reglas de aplicación ante la detección de vuelos irregulares. La Ley de Derribo se aplica en el caso de ser necesario. Periódicamente, se interceptan aviones clandestinos; hay aeronaves a las que se obliga a aterrizar y otras a las que se las acompaña, dependiendo de la situación particular. Toda la información que se obtiene de los medios aéreos se le da traslado en tiempo real a las Fuerzas de Seguridad para que se realicen las acciones policiales o judiciales pertinentes o intervenga la autoridad que corresponda a la vez que es compartida con otros países como Uruguay, Brasil y Paraguay con los que tenemos convenios”.
Es claro que, para que el Comando Aeroespacial pueda tener la operatividad que hoy tiene, “hay un montón de pequeños elementos que confluyen. Mantenemos activa tanto la presencia de aviones como de radar y la cantidad del personal varía de acuerdo a las necesidades, a las actividades a desarrollarse y a los medios con los que se cuente. El trabajo en la zona norte del país es permanente”, afirma Janer y Charadía agrega satisfecho: “Tenemos el control de la frontera aeroespacial”.
Actualmente, BAMDO Tartagal cuenta con aeronaves IA-63 Pampa (provenientes de la VI Brigada Aérea de Tandil-Bs. As) que cumplen tareas de vigilancia en las zonas de frontera, reforzando el control aéreo ejercido por el radar instalado. Como describe el comandante aeroespacial, “los aviones destinados para esa función se van rotando y puede ser cualquiera que tenga la aptitud para desarrollar la tarea asignada, como es el caso de los Pampa, Pucará, A-4AR y Tucano”.
Los pilotos allí desplegados se mantienen en apresto y en posición de alerta esperando el llamado del Centro de Operaciones Aeroespaciales (COAe) (situado físicamente en el partido bonaerense de Merlo) que determina cuándo deben realizar interceptaciones. El resto del tiempo es aprovechado por los oficiales para continuar con su adiestramiento y sumar horas de vuelo.