La Gobernación de Tarija y la Red Alerta Pilcomayo en Bolivia reconocen que la fauna ictícola está en riesgo y se suman las voces que piden extender la veda a la pesca de sábalo a tres años para favorecer a la reproducción de la especie. No obstante, esta medida puede generar conflicto para los pueblos indígenas Guaraní, Weenhayek y Tapiete. Entre las causas de la actual situación se señala la sostenida sobrepesca que en la cuenca salteña y boliviana.
Tanto la Gobernación de Tarija, que advertía de la crítica situación por la que atraviesa el rio; como ahora la red Alerta Pilcomayo, se suman a proclamar la necesidad de suspender la actividad pesquera mínimamente debido a la baja cantidad de sábalo. La veda se levantó hace tres semanas, pero no se registra presencia de cardúmenes y los pocos peces que hay son pequeños en talla y peso para comercialización. La disminución es en toda la cuenca, ya que hasta la fecha no se han identificado cardúmenes significativos.
Entre las causas se señala a la sostenida sobrepesca, desde hace muchos años, en la cuenca salteña en Argentina y también en la boliviana; tema que ya se planteó en reiteradas oportunidades y que ahora se potencia por la fuerte sequía que atravesó la región. El responsable de Alerta Pilcomayo, Luis María de la Cruz, dijo que los pocos peces que sobrevivieron fueron aquellos que quedaron en grandes pozos o lagunas no muy grandes dentro del Bañado La Estrella (Argentina) y que ahora están migrando por la extensión de la cuenca en mínima cantidad.
Se advierte que, de no pausar por tres la pesca comercial, ésta será cada vez menos y así pondrá en evidencia a los pescadores y comerciantes, que esta actividad es insostenible; pero con graves consecuencias para las 8.000 familias originarias que viven de este alimento a uno y otro lado del río Pilcomayo. Aparte, el responsable de la Unidad de Biodiversidad y Codefauna de la Gobernación de Tarija, Evelio Téllez, confirmó que un reciente monitoreo al río Pilcomayo arroja que “desapareció el sábalo” de este afluente; remarcando que la pausa (veda) para recuperar el sábado debe extenderse entre tres a cinco años. (ElPaís.bo)