El País.bo.- Lo electoral y lo económico condicionaron el encuentro de Presidentes. Bolivia analiza comprar aviones, equipar hospitales e invertir en Argentina; mientras que el gas quedó en segundo plano tras un 2018 crítico. En Argentina hay dos millones de migrantes claves en lo electoral.
La agenda estaba densa luego de un 2018 lleno de fricción, en el que Argentina, el segundo mercado más importante del gas boliviano, dejó de pagar facturas desde el mes de mayo y rebajó las nominaciones a mínimos en los dos últimos meses para forzar una renegociación a la baja, que consiguió en febrero.
El tema se pasó de puntillas. Lejos quedan viejas promesas (no del todo convenientes) como el de comprar propano por ducto a diez años o el de la construcción del gasoducto del nordeste, que debía llevar gas boliviano hacia el interior argentino y cuyo proyecto se eliminó mientras Argentina no pagaba a Bolivia y subvencionaba fuertemente la producción en Vaca Muerta.
Los logros, si se consideran, en la agenda pública pasan por la autorización para que ENDE y YPFB operen en el mercado argentino y la inversión de YPFB en plantas de GNL argentinas, aunque hay que esperar a leer la letra pequeña.
El resto fueron más compromisos de inversión de Bolivia en Argentina que viceversa, lo que supone un cambio de roles notable en un momento en el que Mauricio Macri baraja seriamente retirarse de la carrera a la reelección.
La llegada de Morales servía para distraer el foco de a economía, con la inflación disparándose y con la resaca de la enésima corrida bancaria, esta vez en la víspera de la Semana Santa: inversión conjunta en la hidrovía Paraguay–Paraná y reubicación de la zona franca de Rosario; equipar tres hospitales con tecnología argentina y la bomba: el estudio de equipar la Fuerza Aérea Boliviana con los ya famosos aviones Pampa III, que Argentina ha puesto como garantía de cumplimiento de contrato del gas.
Morales llegaba en este caso fortalecido, era él quien prometía inversiones en la malograda economía argentina contrastando precisamente con Macri, el paladín de la receta neoliberal que no ha logrado éxitos en tres años y medio y que ya está por debajo de Cristina Fernández de Kirchner en varias encuestas.
Con todo, el Presidente boliviano fue clemente, cordial, apenas unas referencias a los migrantes bolivianos en dificultades al inicio de la declaración de prensa en la Casa Rosada para después adoptar un rol entre asombrado y sumiso, hablando maravillas de los aviones, de la tecnología hospitalaria e hilando al final la necesidad de lograr la liberación tecnológica en Sudamérica.
En el encuentro entre Mauricio Macri y Evo Morales no hubo ninguna referencia al dilema fronterizo que viven los vecinos de Bermejo y Aguas Blancas. Nada más allá de una genérica declaración de cooperación en asuntos contra el narcotráfico y el contrabando.
El asunto no estaba en la agenda porque básicamente, la restricción total al paso de gomones y las exigencias a la microimportación – elevación de impuestos, registro, domicilio en Orán, etc., surge de un decreto de la provincia de Salta, firmado por el Gobernador Juan Manuel Urtubey, aunque esté en línea con las políticas dictadas por el gobierno de Cambiemos. En principio quedan ocho días para su puesta en vigencia definitiva y los bagayeros han iniciado movilizaciones en Salta.
Regresamos al país con buenas noticias por acuerdos logrados para construcción de 3 hospitales con tecnología nuclear e inversiones en plantas de GLN y servicios de energía. Agradecemos al Presidente @mauriciomacri por el recibimiento. Reafirmamos unidad de #Bolivia y #Argentina pic.twitter.com/TmCJzT20P5
— Evo Morales Ayma (@evoespueblo) April 22, 2019