El País.bo.- A pesar que el Gobierno aseguró que la crisis argentina no afectará a la economía boliviana, fueron muchos los economistas que numeraron al menos tres efectos antes de que éstos sucedan. Haciendo este análisis al final del año 2018 se puede decir que las predicciones se cumplieron y afectaron en primera instancia a Tarija.
Uno de los primeros vaticinios fue la demora en el pago de contratos de exportación como el gas, por la falta de liquidez de divisas en el vecino país y las prioridades de compromisos internos.
En un tercer vaticinio se anotó la baja del turismo principalmente para Tarija, que recibe su mayor flujo turístico internacional de Argentina. Hasta aquí todo se cumplió.
Primero, el turismo
Cada fin de año Tarija recibe en promedio a 80 mil turistas, quienes vienen a disfrutar de las fiestas de Navidad y Año Nuevo, debido a que las consideran “divertidas y únicas”. Aseguran que Tarija es uno de los pocos departamentos que ofrece paquetes con diversas actividades para estas fechas. Lo mismo sucede con Carnaval.
Desde la Secretaría de Cultura y Turismo del Municipio de Cercado se confirmó que el número de turistas argentinos, se vio reducido en estas fiestas religiosas, pues se tuvo la mitad de visitantes de lo que se esperaba.
Esta disminución del flujo turístico se debió a que las fiestas religiosas coincidieron con la devaluación de la moneda argentina, que agravó la crisis económica que se arrastraba en el vecino país.
La caída del número de turistas se reconfirmó en Navidad. El dato fue revelado por el director de Turismo del Gobierno Municipal de Tarija, Never Gonzáles, quien aseguró que ha caído la visita de turistas argentinos.
Segundo, la caída del comercio
Pero otra predicción cumplida es el efecto en el comercio, esto se ha notado de manera directa sobre todo en Yacuiba y Bermejo, pues ya no entran compradores argentinos, peor aún éstos prefieren ahorrar en bolivianos por la devaluación constante de su moneda.
De acuerdo a la presidenta de la Federación de Juntas Vecinales (Fejuve), Elsa Reynoso, incluso se vieron afectados los taxistas y transportistas quienes eran contratados por los visitantes argentinos para su traslado temporal o para llevar sus compras.
“Con un flujo de más de 5.000 argentinos al día que llegaban meses atrás a Bermejo, hoy la cantidad de compradores disminuyó a unos 500 por día”, así lo reveló la Alcaldía de Bermejo. Hoy en día resulta más barato comprar en Argentina.
Tercero, demora en pagos
En julio de 2018 se conoció que la tercera predicción se cumplía. Pues fue en ese entonces cuando estalló la polémica entre Bolivia y Argentina por una deuda de 256 millones de dólares del Gobierno de Buenos Aires por el gas boliviano y por nuevos volúmenes que solicitó, de manera no oficial, el vecino país. Hubo varios argumentos pero los analistas económicos insistieron en que la principal causa fue la crisis.
El presidente de la petrolera estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), Oscar Barriga, dijo en ese entonces en un comunicado que Argentina “incumple los compromisos de pago estipulados”, en un contrato de compraventa de gas y que la estatal argentina ENARSA le adeuda más de 256 millones de dólares.
Con el pasar del tiempo se vencieron más facturas y la deuda fue creciendo. Más aún en octubre de 2018 el Banco Central de Bolivia (BCB) informó que Argentina hizo un “pago pequeño” de $us 2 millones de la deuda que tiene con Bolivia por la compra de gas natural. El pasivo total asciende a $us 453 millones e incluye intereses generados por retrasos en los pagos.
“Ha habido un pago pequeño de unos 2 millones (de dólares), pero la anterior (factura) sí la pagaron”, precisó el presidente del ente emisor, Pablo Ramos.
Volver al país por la crisis
Un fenómeno que viene con todo esto y que se dio también con la crisis argentina es que muchos ciudadanos del vecino país llegaron para quedarse. Tanto que se ha visto que abrieron numerosos locales en el centro de la ciudad.
Según reportaba la Directora de Migraciones Lourdes Aldana, “hasta hace unos cinco años era bastante el movimiento de bolivianos que se dirigían al vecino país para trabajar, eso actualmente ha cambiado -puntualizó-, porque en los últimos tres años recibieron familias argentinas con hijos bolivianos que tramitaron la doble nacionalidad para que puedan ingresar a nuestro territorio sin problemas”.
La realidad en Argentina
Uno de cada tres argentinos es pobre. El último registro de la Universidad Católica (UCA), muy respetado, ha sido una mala noticia para Mauricio Macri, que en campaña prometió “pobreza cero” y luego, cuando se hizo evidente la quimera de aquella consigna, pidió que el dato sirva para juzgar su Administración.
El derrumbe de la economía argentina sacude el tablero político a poco más de un año para las elecciones generales. Para reabrir el grifo del crédito, el Fondo Monetario Internacional y los inversores privados exigen a Mauricio Macri un plan económico que elimine el déficit fiscal.
Pero lograr ese objetivo requiere duros recortes en el gasto público y un acuerdo con la oposición peronista, un escenario poco propicio para las aspiraciones de reelección del Presidente en 2019.
El peso se ha devaluado más de un 50% frente al dólar en lo que va de año y el Banco Central atacó el problema desde la ortodoxia: subió los tipos de interés e intervino en el mercado cambiario para sostener la moneda.
El diagnóstico de los expertos es casi unánime: Argentina enfrenta un problema de falta de confianza, más que de solidez económica. “Las provincias tienen superávit fiscal, los bancos están capitalizados y sanos, el Gobierno trabaja para llegar al déficit cero cuanto antes y el problema de liquidez está resuelto por el acuerdo con el FMI”, que aportó un rescate de 50.000 millones de dólares, dice el presidente de HSBC Argentina, Gabriel Martino.
Desde Wall Street plantean que el Gobierno no tiene otra alternativa que acelerar el ajuste y reducir el déficit. El compromiso del 1,3% para 2019 debe rebajarse aún más y acercarse al punto de equilibrio. “La estrategia del gradualismo fiscal se agotó. Se necesita un shock fiscal”, asegura Alberto Ramos, director para América Latina de Goldman Sachs.